Dice esta médico interno residente de tercer año que Anatomía de Grey, no el libro, sino la serie de televisión, ha hecho mucho daño, y tiene razón. Pero no sólo han sido las vicisitudes de la doctora Meredith Grey en el Seattle Grace Hospital las que han desvirtuado popularmente el trabajo y la formación de los residentes, sino que a ello siguen contribuyendo, y de qué manera, otras series en emisión como The Good Doctor o la ya mítica House.
No, tenemos que aclarar que los residentes de urgencias no tienen el mismo don de la ubicuidad que los personajes de estas producciones de éxito; no operan a un enfermo con una patología de corazón, a la vez que pasan consulta en dermatología y atienden en urgencias pediátricas.
La residencia, explica la doctora Vicente, es pura especialización, un “máster” intenso e intensivo de cinco años en el caso de cirugía plástica, estética y reparadora, en el que los residentes acompañan a los especialistas del servicio y van realizando tareas de menor a mayor grado de responsabilidad y dificultad quirúrgica, Son, por decirlo de alguna manera, un doble del propio cirujano, pero a cargo de las labores menos comprometidas e importantes: realizan las maniobras quirúrgicas más sencillas, suturan y curan, por ejemplo, brechas y quemaduras leves.
En la Clínica Universidad de Navarra, Miriam Vicente acompaña y asiste en su día a día a los doctores Hontanilla, Aubá y Bazán. Junto a ellos, y bajo su tutela profesional, ve su semana laboral dividida en consultas, urgencias, quirófano y visitas post-operatorias.
En paralelo y en su caso, explica, la residencia le ofrece la oportunidad de investigar, hacer la tesis y practicar la docencia. Es sacrificado, pero muy, muy satisfactorio para alguien que tiene una vocación de servicio.
La de Miriam, una de los cientos de residentes de la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora en España, –una de las más demandadas– no venía de lejos, ni tampoco se debe a una tradición familiar, puesto que en su casa no hay ni fonendos ni bisturís.
Fue cursando una asignatura optativa de cirugía reparadora cuando se quedó prendada de la especialidad, preciosa, y de “su poder resolutivo: veo el problema, te opero y le pongo solución”. Su interés por el enfoque artístico de la medicina que proporciona esta especialidad hizo el resto, y “se le abrió un mundo de posibilidades”.
Vio entonces que la “cirugía reparadora parecía cosa de ciencia ficción y, sin embargo, era real y tenía la capacidad de cambiar la vida de la gente que se sometía a estas cirugías”. Se decidió y obtuvo el número 1002 en la convocatoria de 2019, en la que de las 6.797 plazas ofertadas, 40 fueron destinadas a la Cirugía Plástica, Estética y Reparadora.
No descarta, sin embargo, el lado estético de su especialidad, el popular, el que “da dinero”, y en algunos casos prestigio y al que no resta ni un ápice de importancia: “La cirugía estética no da “dinero fácil” como dicen, ya que es un trabajo de mucha complejidad. Las personas que acuden a una consulta de estética tienen expectativas y esperanzas, y es preciso saber situarse en los deseos de los pacientes y a la vez ser realista y honesto en lo que uno es capaz de conseguir mediante la cirugía.”
Además, asegura, la cirugía estética puede mejor la vida de los pacientes. Muchos tienen un gran sufrimiento asociado a una característica física y la cirugía les puede ayudar a mejorar la percepción que tienen de si mismos.
En este sentido, la doctora Vicente admite el lado frívolo de la estética, aupada por los medios de comunicación y ahora por las redes sociales. En este punto cree importante no mezclar información y publicidad para que el mensaje sea veraz y no se creen falsas expectativas en las pacientes. Por decirlo de otra manera, le preocupa, por ejemplo, que las fotos de instagram induzcan a pacientes a esperar que los resultados de sus cirugías van a ser el mismo, ya que “cada persona es única y ningún resultado será jamás igual a otro”.
Preguntada por las campañas contra el intrusismo en la profesión, recuerda que la única especialidad hoy en día que tiene incluida la cirugía estética es la de Cirugía Plástica. Sin embargo, médicos de otras especialidades pueden obtener el título de Cirujano Estético mediante un máster y legalmente están autorizados a realizar este tipo de intervenciones. Entiende que un cirujano cualificado pueda realizar un retoque estético dentro de su área de especialidad, por ejemplo, que un oftalmólogo pueda realizar una cirugía de párpados o blefaroplastia. Ahora bien, recuerda, “un oftalmólogo tiene una visión más funcional del ojo y sus anejos, mientras que un cirujano plástico tiene una visión integral de la estética facial”.
Sobre las cirugías estéticas low cost, tiene también una mirada moderna, de aceptación del libre mercado, pero advierte que tiene que haber un límite y ese límite está donde se mantiene la calidad y la responsabilidad médica.
Es el equilibrio calidad-precio que, en salud, puede salir muy caro.
