La primera historia relacionada con la cirugía transgénero y que me marcó personalmente sucedió hace ya muchos años. Llegó a mi consulta una mujer trans con más de 60 años. Llevaba toda su vida viviendo como hombre. A pesar de ser una mujer trans, al no haberse atrevido a hacer el tránsito por miedo al rechazo, se había casado como si fuera un hombre y tenía dos hijas ya mayores. Vino toda la familia a mi consulta, lo cual ya me emocionó porque en aquella época las personas trans que acudían a mí, solían venir solas o como mucho acompañadas de algún amigo o amiga en la que confiaban.
Pero lo que me marcó fue la historia que me explicó. Llevaba toda su vida viviendo como un hombre cis y heterosexual, pero siempre se había sentido mujer. Recientemente le habían diagnosticado un cáncer de hígado con muy mal pronóstico y le habían dado un año de vida. Amaba a su mujer y a sus hijas, y decidió explicarles cómo se sentía, que siempre había tenido que esconder quien era en realidad y que no quería perderlas. Pero quería pasar sus últimos días de vida viviendo la vida que siempre debería haber llevado.
Tanto la esposa como las hijas le apoyaron y buscaron ayuda. Y así llegaron los cuatro a mi consulta y me explicó su historia. Me dijo que quería vivir el último año de su vida y morir como mujer. Aquello fue duro y muy emotivo. Uno no se puede imaginar lo que debe ser vivir toda tu vida escondiendo quién eres y tener miedo a perderlo todo: tus hijas, la persona a la que amas, tu entorno personal, laboral y social… si decides dar el paso. Hizo todo el tránsito y llegó a operarse y a vivir plenamente como una mujer con todo el apoyo de su esposa y de sus hijas. Finalmente, vivió más de dos años. Un tiempo en el que me explicaron que había sido feliz a pesar de toda la situación. Me apenó muchísimo recibir la noticia de su fallecimiento, habíamos creado un fuerte vínculo. Fui al tanatorio y vi la importancia que había tenido para aquella persona dar el paso, aunque fuera al final de su vida. Aquella historia me afectó profundamente y me di cuenta de la importancia de que las personas trans puedan expresar su identidad y de que reciban el apoyo que se merecen.
Esta es, contada en primera persona, una de tantas historias que la especialización en cirugía tránsgénero le ha permitido al doctor Iván Mañero tener una carrera enriquecida y enriquecedora, desde la empatía y la transferencia emocional médico-paciente.
La impronta humana es uno de los factores que coronan a este cirujano plástico, estético y reparador con el título de Top Doctor, hoy algo rebajado por las ligerezas del marketing. Un número uno es alguien que aporta una visión innovadora y de conjunto en su profesión, además de grandes resultados dentro y fuera del quirófano.
En el caso del doctor Mañero, todos esos factores han culminado, tras más de veinte años de experiencia, en IM Clinic, centro de referencia en Europa, al servicio de un concepto propio de la belleza, el bienestar personal, y la felicidad, en los que siempre han estado incluidas las personas trans:
Lo que me llevó a especializarme en esta cirugía es el desconocimiento que había en ese momento en nuestro país y de lo que ello suponía para la salud de las personas trans. Llegaron a mi consulta dos pacientes trans con problemas tras una cirugía genital realizada en otro país. Y me sorprendió mucho que ni yo siquiera conociera aquel tipo de intervención, a pesar de haber realizado mi carrera de medicina, mi especialidad en cirugía plástica y mis estudios posteriores. Simplemente no nos habían formado en este aspecto. Por ello creí que era necesario estudiar, formarme, pero entonces en España no había nadie que llevara a cabo estas cirugías o que pudiera ofrecer formación.
Así daba comienzo una especialización que requiere un buen conocimiento diferentes especialidades, además de la cirugía plástica (urología, ginecología, cirugía vascular, microcirugía), lo que hace que la formación sea tremendamente compleja y larga. En la Unidad de Género de Iván Mañero se forma a los cirujanos para que profundicen en este conocimiento, pero también, como destaca el propio doctor “Para que avancen en aspectos más sociales y humanos que les lleve a empatizar con los pacientes trans, que puedan entender su entorno, su situación, lo que pueden haber vivido, sus expectativas, sus miedos, sus decisiones… es importante no solo que conozcan la parte quirúrgica, sino sobre todo, que entiendan a sus pacientes para ofrecerles aquello que necesitan.”
Cuando usted comenzó a ayudar a personas que no se sentían bien dentro del cuerpo en el que habían nacido, tuvo problemas de comprensión en el entorno social en el que trabajaba. ¿Teme que cierta involución política hacia posturas ultraconservadoras suponga un retroceso en las leyes o en la aceptación hacia las personas trans?
De los primeros años, si tuviera que destacar algo, probablemente fue la incomprensión y el rechazo no solo por el ciudadano de a pié, sino también por buena parte de la comunidad médica. Algunos compañeros me avisaban con un “no sabes donde te estás metiendo”. Hasta el punto que fue un periplo buscar un hospital donde poder realizar este tipo de cirugías. Recuerdo un hospital en Barcelona, donde ya llevaba años operando sin problemas, que me prohibieron realizar cirugías de afirmación genital. No era la dirección del hospital quien se interponía, sino el propio personal. Al principio fue difícil, fue ir a contracorriente, poco a poco las aguas se fueron calmando y, en breve, esperemos ir a favor de la corriente.
Obviamente, las posturas más ultraconservadoras no lo van a poner fácil, pero la información les ayudará a comprenderlo y aceptarlo. Creo que se ha luchado demasiado como para que a las personas trans se les pueda arrebatar lo que ya han conseguido y lo que, sin duda, van a seguir consiguiendo.
El cambio ha sido importante en estos años no sólo a nivel global y la medicina transgénero va ganando terreno en congresos científicos y foros de debate. En el último AECEP meeting presencial usted moderó una mesa sobre cirugía de género. ¿Se le dedica el tiempo oportuno en congresos, jornadas, tanto aquí como fuera?
Cuando empecé hace más de 20 años, en los congresos ni se mencionaba el tema. Es más, como me dedicaba a la cirugía de afirmación genital no me invitaban a ciertos congresos. A medida que la sociedad ha permitido dar una mayor visibilidad y normalización social de las personas trans, la comunidad médica también ha cambiado y hoy se le dedica más tiempo tanto en meetings internacionales multidisciplinarios como de especialidades médicas. Y poco a poco, van habiendo congresos específicos de cirugía de afirmación genital y otros abordajes médicos relacionados.
¿Cómo llega a usted una persona trans que quiere operarse de los genitales en la actualidad? ¿Viene informado, segur@ de sí mism@, con inseguridad, temores?
Hoy en día, las personas trans que llegan a mi consulta vienen, habitualmente, muy informadas. Muy distinto a como llegaban mis primeros pacientes. Ahora internet permite encontrar una elevadísima cantidad de información y muy completa. Si bien es cierto que no todo lo que aparece en redes sociales o internet es suficientemente veraz, como en cualquier otro campo, los colectivos y asociaciones LGTBI+ han hecho una gran labor en este sentido.
Debo aclarar que no todas las personas trans desean operarse, las hay que no quieren ningún tipo de cirugía y viven una vida plena sin pasar por quirófano. Por lo tanto, las personas trans que llegan a mi consulta suelen estar muy seguras del paso que van a dar y presentan unas inseguridades y temores relacionados con la propia intervención. Es decir, como cualquier otro paciente que llega a mí, desean tener información sobre la cirugía. También piden aclarar alguna información que han encontrado en redes o rumores que han escuchado y desean la opinión de un profesional, pero eso también pasa en cualquier otro tipo de cirugía.
El tema de la minoría de edad y la hormonación o la medicación que paraliza la masculinización de las chicas trans conlleva una gran carga ética para la familia y el cirujano. ¿Se avanza con la creencia al 100% de que es lo positivo para el desarrollo de esa persona?
Mi opinión profesional, después de 20 años, es que la paralización o ralentización de la pubertad es algo positivo. Es evidente que a nivel quirúrgico facilita mucho el trabajo posterior, ya que no se han dado los cambios físicos de la pubertad. Pero los beneficios van mucho más allá de la parte quirúrgica. Y me baso tanto en los estudios científicos actuales como en mi experiencia profesional. He podido comprobar que las personas que han vivido la ralentización de la pubertad tienen una mejor autoestima y una mejor aceptaciónn social, que las que no .
Hoy en día tenemos suficiente conocimiento científico y suficiente experiencia como para valorar que el retraso de la pubertad es positivo para los jóvenes trans.
El diagnóstico piscológico ya no es determinante para cambiarse de sexo
En cuanto a la supervisión psicológica de quienes solicitan el cambio de sexo ¿Qué parámetros debe pasar el paciente para obtener un sí a la operación?
Probablemente este es el punto que más ha cambiado en los últimos años. Cuando iniciamos la andadura con estos pacientes hace 20 años, el tema psicológico era muy importante, se consideraba que las personas transexuales sufrían un trastorno y era un psicólogo quien hacía un diagnóstico. Sin ese “diagnóstico de transexualidad” la persona trans no podía hacer su tránsito.
La WPATH (World Professional Association for Transgender Health) es la que ha ido marcando unos parámetros de actuación, unas directrices que han ido evolucionando y que ahora ya están en su séptima edición. Actualmente, el diagnóstico psicológico ha dejado de tener un papel determinante, y ahora el psicólogo ha pasado a tener una función de acompañamiento en aquellas personas trans que sufren algún tipo de ansiedad o estrés producidos por problemas de aceptación, de adaptación, de falta de apoyo de su entorno (ya sea familiar, social, laboral, etc.).
Cada vez más, es la persona trans quien, contando con toda la información y todo el apoyo que necesite, tome una decisión consensuada y meditada.
¿Cuándo termina realmente el proceso? Me refiero a las cirugías complementarias a la cirugía de afirmación genital, que, supongo, se irán demandando siempre que exista la posibilidad económica y de mejorar.
Las cirugías de afirmación genital son las que más satisfacción producen como cirujano. Más que la cirugía estética o la reparadora, como la reconstrucción mamaria después de un cáncer de pecho, que también te otorgan una gran satisfacción.
Esto es así, principalmente, por dos razones. Desde un punto de vista personal, porque son intervenciones donde el cirujano puede demostrar toda su valía técnica y profesional, su capacitación, su pericia… Y por otro lado, porque son pacientes con los que se crea un vínculo muy estrecho que transforman después en un gran agradecimiento hacia el cirujano.
En cuanto al número de cirugías depende de cada persona. Como todos, buscamos encontrarnos bien con nuestro cuerpo. Hay pacientes que con la cirugía de afirmación genital tienen suficiente, otros necesitan alguna otra más y otros no llegan ni siquiera llegan a pasar por ninguna. La cuestión es que se sientan satisfechos con su cuerpo. Una vez lo consiguen llevan una vida más feliz, se desarrollan como cualquier otra persona a nivel familiar, laboral, social, sentimental… Algunos de ellos nos invitan a sus bodas o nos vienen a presentar sus hijos. El vínculo es muy estrecho.
Se me viene ahora a la memoria otra historia, la de alguien muy joven y que también me impactó. Se trataba de una chica trans menor de edad que deseaba con toda su alma hacer el tránsito pero las leyes no se lo permitían. Aquello la estaba marcando: ira, depresión, aislamiento… ¿Te imaginas que tu hija a la que tanto amas se está hundiendo porque no puede ser quien realmente es y tú no puedes hacer nada? La adolescencia estaba haciendo que su cuerpo cambiase y aquello la minó. Se había autolesionado, había intentado suicidarse (y casi lo consigue) en varias ocasiones. No quería vivir en el cuerpo que se estaba desarrollando y sus padres no podían hacer nada para cambiarlo.
Cuando llegaron a verme, tenía ante mí a unos padres desesperados y a una chica hundida, enfadada, llena de ira, agresiva con sus padres, sin levantar la mirada en ningún momento.
El amor inmenso de aquellos padres le hizo luchar por su hija y aquello supuso enfrentarse a las instituciones, a las leyes y llegar a un juez para exigir el derecho de su hija a operarse, a pesar de su minoría de edad. Y lo consiguieron. Su gran lucha tuvo un final feliz. El juez autorizó la cirugía y aquello cambió la vida de toda una familia. Después de la cirugía, aquella chica hundida, se convirtió en una bellísima persona agradecida a sus padres, encantadora, risueña y feliz. Ahora es una mujer muy hermosa tanto por dentro como por fuera, ya que ha acabado siendo modelo.
¿Son los procesos de masculinización y feminización facial previos o posteriores a la cirugía genital?
Cada persona es un mundo y sus necesidades son únicas e individuales, también en cirugía plástica. Lo que a una persona le resulta imprescindible, para otra puede no tener la mayor importancia. Lo mismo ocurre con las personas trans, las hay para las que la cirugía genital es prioritaria, porque sienten que llevar a cabo esa intervención les va a hacer sentir plenas, es una cuestión íntima. Otras que prefieren iniciar un proceso más externo y hacer un cambio que podríamos llamar “más social”. En estos casos suelen empezar por cirugías más destinadas a acomodar su aspecto físico, es decir, procesos que podríamos llamar de masculinización o feminización.
A veces también tiene que ver con los miedos y las inquietudes de cada uno. A una mujer trans le puede resultar más fácil empezar por un aumento de mamas que es una cirugía “más fácil” y después pasar por la cirugía genital. O al revés. Y otras personas que ni siquiera se plantean una cirugía y son los que no acuden a mi consulta.
Por lo tanto, no hay un patrón. Pero sí que he de decir que el porcentaje de pacientes que primero optan por la cirugía genital es claramente superior a los prefieren empezar por otros tipos de cirugías.
Se habla de que el criterio médico debe estar enfocado a evitar las caricaturas…
Creo que pensar en una persona trans como alguien que busca un aspecto exagerado es un planteamiento erróneo propio de otra época. Tanto la mujer como el hombre trans que acuden a la consulta de un cirujano plástico buscan tener un aspecto natural, como el de cualquier otra persona. No buscan una exageración de las facciones o proporciones masculinas o femeninas, sino más bien destacar aquello que creen las hacen más atractivas, que las hagan sentirse cómodas con su cuerpo, su rostro. Y si no fuera así, los profesionales debemos estar para aconsejarles y decirles que ese camino no es lo más adecuado.
…Para aconsejarles y para acompañarles en un proceso en el que afortunadamente cada vez están menos solos. Cuenta Iván Mañero que cada día acuden a su consulta pacientes más jóvenes, pero con un importante respaldo familiar. Así, esa transferencia emocional de la que hablábamos al principio “ya no es solo del paciente, sino también de su familia. En ocasiones acaban idealizando la figura del cirujano porque es la persona que les va a permitir conseguir algo que llevan mucho tiempo esperando y que afecta profundamente a su vida. Y tú como cirujano quieres dar lo mejor para formar parte de la felicidad y el futuro de esa persona. Es algo muy intenso, pero en sentido positivo”.