Todo botox, la inyección antiarrugas

Todo botox, la inyección antiarrugas

Baby Botox es la nueva estrella de la medicina estética. Se trata de toxina botulínica, sí, pero en presentaciones de menor tamaño y a la que se quiere asociar con el arsenal antiaging preventivo.

 

Es este caso se trataría sencillamente de pinchar menor cantidad en áreas como el entrecejo, las arrugas horizontales de la frente o las patas de gallo. Aunque el proceso de envejecimiento no es uniforme, ni mucho menos, en cada persona, el objetivo de este relleno inyectable sería evitar que dichas arrugas hagan su aparición.

 

De esta manera, baby botox se está prescribiendo para chicos y chicas a partir de los veintitantos. El efecto exprés supone una poderosa llamada para esta franja de edad, acostumbrada a la consecución inmediata de algunos objetivos y a la exposición constante

( y a veces abusiva) en redes sociales. Quiero estar guap@, lo quiero ya, y lo quiero enseñar ya.

 

La toxina botulínica paraliza la musculatura implicada en la expresión, de ahí que actúe sobre las llamadas arrugas dinámicas, tal como explica uno de los mayores expertos internacionales en antiaging, el cirujano Luís López Tallaj.

 

Seguridad y naturalidad en la administración del botox

 

Los efectos tanto de babybotox, como de dadybotox, duran entre cuatro y seis meses y se perciben a las tres o cuatro horas de la inyección. Esta debe ser realizada en centros homologados, nada de centros de belleza, casas particulares, peluquerías ni sitios parecidos.

 

El profesional que lo administre debe ser un médico estético o un cirujano plástico, estético y reparador. Recordamos una vez más, que no existe el título de cirujano cosmético, tras que el que puede esconderse peligro para la seguridad de los pacientes, si no se trabaja con las herramientas y en los lugares y con los protocolos necesarios.

 

Una de estas consecuencias puede ser un rostro hinchado, antinatural y “de producción en serie”, es decir, sobretratado, igual a otros tantos que vemos en televisión. Los expertos saben qué cantidad, cómo, dónde y cuando y, sobre todo, conocen la anatomía del rostro de sus pacientes.

 

En este sentido, y tanto en relación al botox como a cualquier otro inyectable, un buen relleno es el que apenas se nota. La edad tiene también que ver con la sutileza de un buen resultado.

 

En la sesión de botox

 

Para la administración del producto se aplica una crema anestésica en el rostro, que, debe haberse lavado y aparecer totalmente desmaquillado, recuerda López Tallaj. Este doctor, miembro de la Coalición para la Seguridad de los Inyectables de Estados Unidos advierte a los pacientes que se fijen bien que el producto viene precintado y que se abre delante de ellos.

 

Es importante que la persona que se va a inyectar sepa que sus arrugas no se van a notar más cuando se interrumpa el tratamiento. El curso del envejecimiento es normal, pero, cuando se pincha toxina botulínica, no es apreciable.

 

A la espera de conocer los datos de demanda de babybotox, su papá, botox sigue siendo el rey indiscutible desde que se popularizó en los años noventa. Las estadísticas de ISAPS, la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética lo avalan: en 2018 se pincharon botox más de seis millones de personas.

 

Desde esta asociación se recuerda que los riesgos de inyectarse toxina botulínica no son graves ni permanentes y cita, entre ellos, el descenso del párpado en uno de cada cinco pacientes. Este problema, explican, desaparece de manera espontánea en tres o cuatro semanas.

 

 

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